miércoles, 25 de febrero de 2009

El estrés generado por los exámenes finales provocaría la destrucción de neuronas


Un estudio determinó que el estrés generado por los exámenes finales en la universidad, provoca alteraciones en el organismo de los estudiantes, que derivan en problemas gastrointestinales, trastornos en la piel y hasta destrucción de neuronas.


(AUNO)-Los alumnos que afrontan un examen final oral en una universidad sufren una fuerte reacción orgánica vinculada con el estrés, que puede llegar al punto de destruir neuronas. Además, enfrentar este tipo de situaciones puede provocar problemas en la piel, gastrointestinales, trastornos del sueño y el apetito, dolores cervicales y musculares, resfríos y hasta fiebre y conjuntivitis.

Estas conclusiones surgen de un estudio desarrollado por especialistas de la Universidad Nacional del Litoral, sobre una población universitaria distribuida en distintos años de la carrera de Veterinaria, que determinaron que estas son solo “algunas de las alteraciones orgánicas más comunes con que un estudiante se encuentra, casi invariablemente, cuando debe enfrentarse a un examen oral, y mucho más cuando se trata de uno de los últimos de su carrera universitaria”.

“Los resultados pueden trasladarse a otros trabajos relacionados con conductas, memoria y aprendizaje, y fundamentalmente con comportamientos que involucren violencia y adicciones” y “estas mismas variaciones moleculares ocurren en cualquier situación social que implique temor, angustia, violencia y altere nuestras conductas”.



Esta situación en el ámbito académico fue analizada por Eva Moreyra -docente de la cátedra Fisiología de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Nacional del Litoral- y el doctor en Medicina Osvaldo Panza Doliani, quienes apuntaron a determinar en qué medida el organismo de los estudiantes se modifica ante una situación de examen final.“La respuesta fue contundente: los cambios orgánicos existen, son fácilmente medibles y verificables, y acarrean muy serias consecuencias”, destacaron los especialistas, que enumeraron que en esas circunstancias “bajan las defensas, los glóbulos rojos aumentan de tamaño y disminuyen en cantidad, se alteran las plaquetas, se incrementan las frecuencias cardíacas y respiratorias y hasta –entre otras cosas- se destruyen neuronas”.

En su estudio, para establecer comparaciones, los especialistas analizaron el comportamiento orgánico de los estudiantes, los alumnos se sometieron a un hemograma completo y a una revisación clínica, que permitió establecer ritmo cardíaco y respiratorio y estado general de salud.“Aunque algunos alumnos dieron cuenta de modificaciones más importantes que otros, en todos se evidenció una contundente alteración orgánica, directamente asociada con el temor ocasionado por la situación de examen”, se indicó.
“Las variaciones que encontramos en la sangre evidencian que el cerebro se altera a partir de cambios hormonales”, explicó Panza Doliani.

Esas alteraciones “permanecen aun después de transcurridos 15 días del final”. Para el especialista, de esta manera, el efecto “se vuelve acumulativo, y recrudece cuando el alumno rinde más de una materia por fecha de examen (...), o si suma otras complicaciones cotidianas a esa situación”.“Las variaciones que encontramos en sangre evidencian que el cerebro produce grandes alteraciones hormonales ante situaciones como un examen”, indicó Panza Doliani.“Dentro de estas hormonas, se encuentra la conocida como hormona del estrés –científicamente conocida como cortisol-, cuya producción, en exceso, destruye a las neuronas”, dijo, y graficó: “Las neuronas se destruyen por temor a los exámenes, si se expone el organismo a varias situaciones similares. Por eso nos cuestionamos qué estamos haciendo con la salud de los alumnos a lo largo de una carrera universitaria” si no se tienen en cuenta tales cambios. Entre otros puntos, el estudio permitió determinar que “cuando esta situación se vuelve extrema, el alumno comienza a perder interés y capacidad de asombro; cuando no encuentra gratificación por aprender, todo este proceso molecular lo lleva a la indiferencia".

Los profesionales sugieren que, en el futuro debería modificarse la tradicional modalidad de examen final oral ante un tribunal, por otras que eviten temor al alumno. Y aseguran que “es necesario disminuir la cantidad de información que cada materia exige al estudiante”. “Además, el estudiante debería contar con información que le indique qué puede hacer para organizar sus horas de estudio, sus horas de dormir, la nutrición que requiere, otras actividades físicas necesarias o con qué método estudiar”.

En este sentido, aconsejaron seguir un método de estudio disciplinado, que permita incorporar los conceptos gradualmente y sin que intermedie, al momento de la lectura, otro estímulo que distraiga al cerebro.
“Si el estudiante pretende leer algo escuchando música fuerte –indicaron finalmente los profesionales-, un estímulo va a ceder ante otro y las horas de estudio terminarán siendo muy poco provechosas”.


Tomado de noticias de la: *Agencia Universitaria de Noticias y Opinión (AUNO). Universidad Nacional de Lomas de Zamora*

domingo, 22 de febrero de 2009

Liderazgo consciente y responsable



Todas las personas, además de traer consigo los elementos culturales de la sociedad a la que pertenecen, cuentan con un determinado “poder” para imponer su cultura a los demás. Cuando alguien desarrolla ese poder, se convierte en “líder” que aprende a utilizar los recursos para persuadir, convencer o manipular a la gente, con sus muy particulares intereses que pueden estar a favor o en contra de los intereses fundamentales del grupo.

Cada grupo u organización puede diseñar y enriquecer su cultura. Normalmente, el líder la impone, pero pocas veces con los elementos más adecuados y convenientes. Aunque sea muy grande el grupo, siempre es posible identificar al líder (o líderes) real(es) y los valores que promueven o inculca(n) a los demás.

Un buen líder orienta la cultura de su organización, se da cuenta y se responsabiliza de las divergencias culturales que confronta y resuelve, para evitar cualquier “lucha de poder”. Cuando dos o más líderes en desacuerdo tratan de imponer sus creencias, decisiones y lucha a los demás, adoptan la posición “Yo estoy bien, tú estás mal” y, para ganar la contienda, consiguen el mayor número de seguidores leales, convencidos y con la misma posición.

El padre o la madre de familia, el entrenador deportivo, el maestro de clase o el gerente de empresa son, por tradición, los líderes designados para hacer una cultura productiva y para formar líderes que puedan consolidarla y enriquecerla. Cuando una persona o un grupo llega a tener más poder que el líder designado, se establecen y orientan valores ajenos a la organización. Esto funciona como el "virus" de una computadora. El líder no reconocido "instala” ese virus que puede afectar, poco o mucho, el sistema, la estructura, la comunicación y/o los resultados.


En la actualidad, cualquier persona puede incrementar su poder, comunicarse intensamente, conseguir adeptos y ser un buen líder. Sólo necesita conocer o identificar valores de interés común, valores importantes que le sirvan de bandera para conseguir afiliación y poder en contra del poder establecido.

El líder moderno — ya sea gerente, director, padre de familia, entrenador o profesor — también puede tener y utilizar todos aquellos valores que afectan directamente su productividad, e incrementar su poder para orientar y gobernar intencionalmente la cultura de su organización.

Los seres humanos respondemos a dos grandes fuerzas internas: una nos aferra a la seguridad y a la comodidad, a las posiciones defensivas y al pasado, y la otra nos enfrenta con coraje y determinación a la vida productiva, corriendo los riesgos y descubriendo todos los días nuestro verdadero potencial.

Cuando alguien se orienta hacia la comodidad, en un estado de pereza mental y carencia de compromiso, deja de luchar por su dignidad y riqueza productiva. Entra en una zona de confort donde hace lo sencillo, placentero, fácil o divertido, evitando el esfuerzo, los problemas y las dificultades. Desarrolla una cultura poco productiva. Posteriormente, busca algo o a alguien de quien depender, perdiendo, sin darse cuenta, su gran potencial. Encuentra posiciones de falso bienestar que justifica reiteradamente para no enfrentar su realidad. Con poca visión y conciencia, “busca desesperadamente el placer y evita el dolor a corto plazo”

Cuando nos orientamos hacia una vida rica y productiva, aprendemos a tomar decisiones cada vez más complejas, aprovechando cada uno de nuestros recursos internos y externos. Solamente así, nos volvemos más eficientes para cumplir y conseguir todo aquello que nos proponemos. Con mayor conciencia, “buscamos el placer y evitamos el dolor a largo plazo”

Con las personas que se ubican en la primera posición no es posible promover una cultura más inteligente y productiva; pero con la gente abierta al cambio y con ganas de conseguir su propio desarrollo es muy fácil lograrlo, porque ellos mismos la están buscando.

Podemos convencernos y creer que siempre vamos a mejorar nuestra capacidad productiva, pero también podemos convencernos de lo contrario. En el primer caso, vamos a comprometernos a producir cambios para mejorar gradualmente; de lo contrario, vamos a justificarnos para demostrar que no es posible hacerlos.

Todo cambio se produce cuando empezamos a creer en algo diferente a lo que hemos venido pensando o haciendo. Todos los días cambiamos, pero lentamente, sin darnos cuenta, y en algunos casos, sin mejorar... o empeorando las cosas. La idea es tomar conciencia y cuestionar a fondo la conveniencia de los valores que incorporamos a nuestra cultura personal.

Cuando las personas se convencen de tener una capacidad por encima de lo que realmente pueden hacer (sobreestimación), establecen y comunican compromisos que parecen verdaderos, pero son falsos. Cuando, por el contrario, se convencen de tener una capacidad por debajo de lo que realmente pueden hacer (subestimación), establecen y comunican compromisos poco significativos o no se comprometen. Éstas personas no son verdaderos líderes.
En la administración de la energía emocional del sujeto (Ser Humano) dentro de la empresa, es tan importante tener en cuenta los intereses individuales, como también los objetivos o intereses fundamentales del grupo y de dicha organización. Por tanto, el logro del desarrollo adecuado del individuo dentro de una empresa implicará la correcta discriminación de los estados emocionales productivos de aquellos que resultan ser improductivos.

Las emociones (placenteras: alegría-gozo, afecto, sexualidad; displacenteras: tristeza, miedo, cólera-ira) son consideradas un conjunto importante de recursos, que bien utilizados, ayudan al ser humano a resolver problemas o situaciones específicas agradables o desagradables. Todas tienen funciones especificas diferentes, todas son útiles y favorables, por lo tanto, ninguna emoción puede ser considerada negativa. Cuando se utilizan mal, no se aprovechan adecuada y oportunamente los recursos: falla la comunicación, la memoria y el pensamiento racional e intuitivo; la imaginación se desborda y se establecen programas inadecuados en la cultura personal.

El conjunto de emociones es considerado también un sistema programado genética y culturalmente que responden a las necesidades básicas e imponderables del Ser funcionando en el organismo como mecanismos automáticos de estimulación, protección y supervivencia.

Por tanto,"un estado emocional será productivo cuando para el sujeto que lo experimente y para las personas, animales o cosas afectadas, exista algún beneficio comprobado y una evidente utilidad"; por lo que existe cierto grado de interés por mantenerlo, debido al resultado favorable que arroja.

"Tenemos estados emocionales improductivos, poco productivos o destructivos; cuando no expresamos oportuna y adecuadamente nuestras emociones o, cuando expresamos cualquier forma de resentimiento". Esto afecta negativamente al individuo y a la organización.



Los resentimientos son sentimientos inadecuados y patológicos fomentados por nuestra cultura familiar y social, que sustituyen a las emociones auténticas. Son emociones reprimidas y acumuladas, que se expresan en forma rebuscada o artificial y que reemplazan a las emociones naturales por causa de inducciones culturales autoritarias como: no llores, no grites, no seas cobarde, se valiente, el sexo es malo, etc...


Causales de efectos negativos a nivel individuo y organizacional:

Surgen de los estados emocionales reprimidos:


Cuando nuestro sistema de creencias reprime la alegría, se expresa por sustitución falsa tristeza, angustia, rabia, etc.

Si está prohibido el afecto, se expresa vergüenza, ira, timidez, etc.

Cuando se reprime la sexualidad, se puede expresar depresión, ansiedad, histeria, rabia u otras deformaciones y perversiones solitarias.

Si se reprime la tristeza se expresa falsa alegría, resentimiento, rabia, etc.

Cuando sé prohibe el miedo se expresa temeridad, machismo, sadismo, risa sin causa, falsa alegría, etc.

Si está prohibida la ira puede expresarse resentimiento, fobias, falsa tristeza, depresión neurótica, etc.


Pronto les comparto más...

(Extraído de un artículo que estuve leyendo sobre Inteligencia Emocional del libro DESPERTANDO AL GIGANTE INTERIOR de Anthony Robbins)

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